Vaya con este mundo!
Que a fin de cuentas termina siendo nada mas que una catedral gótica
del tamaño de perrera;
nadie esta lo suficientemente desesperado,
yo
no soy tan claustrofóbico como para sacudirme de un golpe
y librarme de mi caracol, que es mi casa, y de mi madre;
ni de mis amores que son muchos, en su mayoría imposibles
y uno en particular, flemático;
infantil como yo, que busco pretextos para transitar
por sendas abigarradas;
por latifundios costosos
sobre los que la luna recibe cunilingus y flores aromáticas,
y vaya con este país!
que se lleno de hijos y festejo tardes de verbena popular
y explosión demográfica
justo cuando a mí me reclaman el no tener una descendencia
-y no comprendo-
porque a mí me importa tanto esta maravillosa cosa
polémica que se llama libertad,
porque a mi me paraliza de gusto el recorrer océanos vibrantes de ballenas
a punto de parir.
Ya no quiero complicarme tanto,
necesito urgentemente indicaciones sobre el escabroso tema
de olvidarlo todo
y malversar el tiempo,
puedo intentar tener algunos hijos que alimenten a la fiera...