Saturday, January 14, 2006


Una rosa apunta sus espinas hacia el blanco – quién pensaría de la rosa tan alta agresividad-.
El blanco entre tanto ronda sigiloso alrededor, teme al agudo filo de las espinas pero busca hurtar su tesoro. Ante el dilema de apostar la vida con la muerte que es tramposa, el colibrí no cede y se lanza en picada sobre la rosa. Ella, versada en asuntos de defensa personal, enfila sus espinas contra el ave, ignorando su peculiaridad (ser el ave más pequeña conocida) y rompiendo su coraza de brillantes plumas le propina una herida mortal. Es un día como otro en el jardín de mi abuela.

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