Thursday, November 24, 2005

Empezó a llover, pero no eran gotas sino cuchillos que mi hermano mayor lanzaba desde la escalera, le pedí que me aventara un lápiz y una goma y el muy loco arroja cuatro de sus preciados cuchillos, ahora lo entiendo cuando decía que los guardaba para una ocasión especial. En los hombros, en un brazo y en el empeine del pie derecho se enterraron. Sucedió como en cámara lenta, primero hombro izquierdo, como entre hueso y carne quedo incrustado perfectamente, pareciera que mi hombro estaba hecho para albergarlo. Segundo el del empeine, alguien apretó el botón rojo para lanzar ese misil puntiagudo, creo que tenía un radar porque cayó en el blanco, donde empieza el dedo gordo, ¿porque no lleve pantuflas? Me repetía enfurecido. Iba descalzo. Tercero hombro derecho, con tantas sensaciones al mismo tiempo solo sentí un piquetito, al ver mi camiseta con rojos círculos en los hombros, quede inmóvil. Cuarto y ultimo, brazo derecho, no llego a enterrarse solo rasgar mi piel y cortar los pelillos como rastrillo, recuerdan esos raspones feos de las rodillas por la "bici" y el pavimento, pues era algo así, mas feo porque no se quedo en rasguño si no en una combinación de cortada (como una delgada navaja o cúter) y roce sangriento. Asombrado mire hacia el barandal desde donde los lanzo, lo vi con odio a ese engendro y el riéndose y gritando:-!Maldición¡ si iban directo a tu cráneo.

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